
Han pasado 3 meses desde las elecciones de mayo y sigo contestando preguntas acerca de mi candidatura en Somos Laviana en vez de en Somos SRA. Así que creo que es hora de explicar lo ocurrido de manera pública y por escrito.
Hubo dos razones primordiales: falta de ganas de una verdadera confluencia, de una verdadera agrupación de electores, y escasez de mujeres dispuestas a implicarse en política de manera activa.
Empecemos por la falta de ganas.
Desde que se empezó a hablar de todo esto de las confluencias, las candidaturas de unidad popular y demás, yo me he hecho una idea muy clara de lo que deberían ser estas:
Personas independientes que se unen para llegar a las instituciones y defender un frente común desde ellas. De acuerdo que algunas de estas personas procederemos de movimientos políticos o asociativos. Vale también que algunos de estos movimientos estén más representados que otros. Pero todas las personas de una candidatura popular deben pesar lo mismo y nadie debe imponerse. Y el grado de aceptación o no de esta base ha sido la clave para el éxito o fracaso de este tipo de agrupaciones.
Cuando una parte trata de imponer desde el principio un modelo de proyecto tapándolo en fines comunicativos. Cuando hace ver que las cosas son así o no son. Cuando lo que se busca en realidad es una lista en la que haya un par de personas ajenas a un movimiento concreto para poder defender que se trata de una agrupación de electores y no de ese movimiento… mal vamos.
Y eso es lo que ocurrió en Somos SRA. Al menos desde mi punto de vista. En mi opinión, no puedes hablar de paredes de cristal refiriéndote a la transparencia cuando en realidad ese cristal es traslúcido. No puedes hablar de trenes que pasan cada 40 años para defender lo distinto del proyecto cuando en realidad tus acciones son las que siempre hemos visto en quienes criticamos. No puedes presumir de asambleísta cuando todo viene marcado por unos documentos hechos por alguien en alguna parte y en los que la asamblea no tiene voz, voto, ni tan siquiera enmienda parcial, más allá de aprobarlos.
He dicho las suficientes veces en mi vida que nunca entraría en política como para, llegado el caso de contradecirme, lo haga por convicción, por creencia en estar haciendo las cosas bien. Así que visto lo visto y después de algunas asambleas nada productivas me tiré del tren en marcha. ¿Me equivoqué? Seguramente. El tiempo lo dirá. Pero prefiero equivocarme con mis convicciones que acertar con las de otros. Para mí, los fines no justifican los medios y en política tampoco.
Falta de mujeres en la vida política
La segunda parte fue todavía más improvisada que la primera, que ya se veía venir.
En Laviana, la gente de EQUO llevaba trabajando junto con la de Podemos y otras personas del municipio desde el otoño de 2014. Se habían elaborado documentos, se habían marcado bases y líneas de trabajo… Aunque finalmente se denominó igual, era un proyecto totalmente distinto al que se presentó en SMRA en febrero, y del cual había ido teniendo noticias periódicamente.
Con el proceso de primarias de Somos ya abierto, Juan Carlos, el coportavoz de EQUO Nalón y Caudal y uno de los impulsores de la CUP de Laviana, me llamó: “Tenemos un problema”.

Al parecer, algunas de las mujeres que iban a presentarse en las primarias habían decidido no hacerlo en el último momento. Eso cerraba la posibilidad de crear una lista cremallera, condición indispensable para todas las partes de Somos Laviana.
El asunto de las mujeres en política es algo preocupante. Somos muchas las que trabajamos en ella. Muchas las que tenemos incluso papeles decisivos en las políticas tanto de partidos como de instituciones. Pero a la hora de dar el salto a política, llamémosla pública, nos cuesta.
¿Por qué? Se ha hablado muchas veces de eso y todavía no se tiene una respuesta clara. En este artículo Rosa Martínez habló sobre el tema a principios de año. En cualquier caso es importante que si queremos cambiar la situación de desigualdad actual las mujeres demos un paso adelante y participemos en el único ámbito que puede cambiar la sociedad.
De modo que, aunque replantearme una candidatura municipal no estaba en mis planes, menos fuera de mi municipio, decidí que debía aceptar la petición que me hacían desde Laviana, especialmente porque también estaba en riesgo el trabajo de muchos meses.
Así que…
No. No me presenté a las elecciones municipales en Laviana porque en SRA no se quisieron hacer las cosas como a mí me daba la gana. Es evidente que cuando un grupo está formado por un 90% de personas procedentes del mismo sitio su criterio prevalece. Si ese criterio no está acorde con el tuyo, tienes dos opciones: continuar sin convicción o apartarte. Para mí la opción correcta es la segunda y esa escogí.
No. No es lo mismo Somos SRA que Somos Laviana. El camino fue distinto y en consecuencia el resultado también. Aunque cueste creerlo, la política la hacen personas. Personas como tú, como yo. Y de la misma manera que en tu trabajo tendrás compañeras con las que trabajes de maravilla y casi no os haga falta ni hablar para entenderos habrá otras que, haciendo la misma labor, sea imposible conseguir un buen equipo. Simplemente, aquí pasó lo mismo.
Y no. No me presenté en Laviana porque quería ser concejal y me importara un cuerno cómo ni dónde. Si fuera así habría respirado hondo, contado hasta 1000 y me hubiera quedado en Somos SRA. Básicamente porque me habría sido mucho más fácil conseguir un puesto alto en la lista definitiva y donde, incluso, me podría haber votado a mí misma, cosa que ni siquiera pude hacer en Laviana.
Siento mucho si alguna de estas tres respuestas te ha desilusionado, pero es lo que hay.
Y ya para terminar sólo decir que sigo aquí. Sigo en EQUO. Y EQUO sigue en SMRA. Somos pocas, al menos por ahora, pero estamos más que dispuestas a seguir trabajando para que este municipio se convierta en lo que merece ser, no importa si tiene que ser desde fuera del ayuntamiento ¿Te unes a nosotras?
Sindo dice
Gracias por tu sinceridad y claridad de planteamientos. Podría firmar por tí cambiando únicamente SRA por Oviedo, donde los supuestos adalides de la confluencia actuaron con las mismas maneras que describes en tu artículo. El resultado fue el mismo, se nota que por algo estamos bajo el mismo techo: nos bajamos del tren. Visto el resultado electoral, si hubiésemos negociado puestos tal vez alguna de nosotras estaría hoy en día de concejal. Pero como bien dices, para nosotras el fin no justifica los medios.
Nos queda seguir trabajando para cambiar mentalidades que conduzcan a un mundo más justo y armonioso con quienes nos rodean.