(Artículo publicado en el número 13 de la revista Tiempo de cerezas)
A menos de un año para un nuevo ciclo electoral comienzan a verse los primeros movimientos (no serán los únicos) de los partidos políticos a nivel regional. Comienzan las etapas de los grandes manifiestos en pro de la unidad de las fuerzas progresistas.
Aunque la expresión fuerzas progresistas parezca quizás un término más del pasado que del presente, podemos considerar que sigue plenamente vigente en nuestros tiempos, si bien habría que dotarla de una importante actualización, dado que ni incluye, ni anticipa nada respecto a la relación de las personas con el medio ambiente, que se torna, por segundos, en acuciante necesidad para afrontar el futuro.
Si se habla de unidad, ninguna opción debería quedar fuera, pero se ven manifiestos para todos los gustos, en pro de la unidad de las fuerzas progresistas, de las fuerzas progresistas nacionalistas, de las fuerzas progresistas a la izquierda del PSOE, …
Ocurre que casi hay un manifiesto concreto y específico por cada partido sobre cómo debe ser esa unidad, y por ello surge la dificultad de conseguir esa unidad que cada uno reclama. No es la primera vez que esto sucede y tenemos la experiencia de las elecciones andaluzas: no ha habido una sola candidatura de unidad progresista, sino unas cuantas, reclamando para sí, cada una de ellas, ser la verdadera lista progresista claro está. Ante la sonrisa imagino de las “fuerzas opositoras”
¡No aprendemos nunca! Ni de lo que la historia va mostrando, ni de cómo funciona luego la ley d´Hondt, provocando, una y otra vez, lo que inicialmente se dice que se quiere evitar: que fuerzas políticas liberales, conservadoras y totalitarias tengan un espacio mayor y gobiernen al final en nuestras comunidades autónomas y nuestros municipios.
Olga Álvarez es abogada y coportavoz de Verdes Equo Asturies