Notas como cada vez es más difícil mantener el nivel de vida. Conoces mucha gente en paro y con problemas económicos serios. Estás harto de escuchar las noticias de corrupción, de que “se lo llevan crudo”, mientras cada vez hay más gente que acude a Cáritas porque no tiene ni para comer.
¿Estás hasta el moño del bipartidismo?, ¿o eres de los que piensa que lo que pasa es que hay que echar “a la derecha”? A lo mejor eres de los míos y piensas que no se trata de derechas ni de izquierdas, sino que se trata de que los gobiernos son títeres en manos de “los mercados”. El modelo económico es defendido en la UE tanto por socialistas como por populares, y también por otros partidos menos representativos como PNV o UPyD. Por eso creo que deberíamos valorar que no es cuestión de bipartidismo, ni de derechas o izquierdas sino de cambiar el modelo.
Hay tanta gente que se considera de izquierda como de derechas que se sienten a gusto con el sistema socioeconómico actual, un sistema claramente neoliberal. Entre la gente de clase obrera hay votantes de la tradicional derecha, y entre gente de puestos muy relevantes en el mundo de la empresa o en las instituciones públicas hay votantes de partidos de izquierdas. O sea, que no debe ser la cosa tan sencilla.
Y para cambiar el modelo económico, ¿es necesario cambiar los partidos o esperar a que “otros” marquen nuevas pautas? ¿No podemos hacer nada por nuestra cuenta? Yo creo que sí y espero que tu también pienses lo mismo dentro de un rato.
El modelo actual es un modelo capitalista, basado en la economía de mercado, en el consumo, en el usar y tirar, las prisas y las permanentes novedades. Constantemente podemos sentir la sensación de estar “out”, fuera de onda. Y esto no es solo en el mundo de la política; lo es también en la ropa, alimentación, artilugios electrónicos, normativas, herramientas de comunicación, redes sociales, personajes famosos, el coche, la tele, etc, etc. Como dice un admirado compañero “una semana es el largo plazo”. Nos hacen sentir que estamos atrasados. Y además ya no vale con hacer las cosas, cada vez nos cuesta más trabajo esperar unos minutos o dejar algo para mañana. Es una vorágine que llega a ser esclavizante.
La consecuencia de todo esto es que se genera un gran movimiento económico, un continuo intercambio de bienes y dineros. El resultado final es que cada vez hay menos personas que tienen más dinero y cada vez hay más personas que tienen menos y viven peor. Las grandes empresas se compran unas a otras en una lucha despiadada, creándose enormes grupos económicos que dominan los mercados de todo tipo (alimentación, industria, medios de comunicación, energías, etc). Según la OIT, las diferencias entre los países son cada vez menores, pero las diferencias entre las personas son cada vez mayores en casi todos los países.
Lo que más rabia me da de todo esto es la constatación de que en una sociedad de consumo la clave está en que todo, absolutamente todo, se compra y se vende y que cada persona no deja de ser un elemento más del engranaje. La propia ciudadanía que paga las consecuencias es en realidad quien sostiene el sistema.
Entonces, si todo se basa en el consumo, ¿Por qué no cambiamos el modelo de consumo? Cambiando el modelo de consumo también es posible provocar un cambio en el modelo productivo y con ello facilitar la independencia de las personas, fomentar la creación de redes de pequeños productores, luchar contra la mercantilización absurda de los bienes básicos, imponer una alimentación saludable, respetar el medio ambiente, etc, etc.
¿Crees que no puedes? ¿Qué no somos capaces? Pues yo creo que si, porque cada persona decide lo que compra, dónde, cuándo, a quien, luego está en nuestra mano decidir que esto cambie. Pero, ¿somos conscientes de ello?, ¿lo sabemos?, ¿nos lo creemos?, ¿estamos dispuestos? Agroganadería ecológica, soberanía alimentaria, comercio de cercanía, comercio justo, son algunos de los conceptos clave para entender por donde debemos avanzar.
Y ¿por qué ha de ser todo de usar y tirar? El modelo de consumo actual también implica el “usar y tirar” para comprar cosas nuevas. Hay muchas cosas que se fabrican solo para ser usadas unos segundos. Un cambio sensato de modelo de consumo también implica reducir la cantidad de residuos, apostar por cosas de segunda mano, acostumbrarse a reutilizar y reciclar, comprar a granel en vez de envasado, aprovechar las cosas mientras sean útiles.
¿Estamos dispuestos a asumir ese cambio?
Podemos hacernos muchas preguntas para saber si realmente queremos ese cambio. Y yo diría que es el momento de aplicarnos aquello de “Se tú el cambio que quieres que se produzca”
¿Estamos dispuestos a asumir que comprar marcas como Zara, McDonalds, Coca-Cola, Nestlé, Fanta, y tantas otras grandes multinacionales, significa ayudar al sistema que nos causa los problemas?
¿Estamos dispuestos a no aceptar que nos den bolsas en cada compra? ¿y a comprar a productos a granel?
¿Estamos dispuestos a reparar los electrodomésticos en vez de comprar otros nuevos? ¿Y a comprar ropa de segunda mano?
¿Alguna vez te has planteado la cantidad de cosas que tienes en casa y de las que podrías prescindir? Quizá otra gente las podría necesitar y puedes empezar una cadena de intercambio solidario.
De la misma forma, ¿seremos capaces de olvidarnos de las cuentas en bancos que inviertan en negocios sucios y pasarnos a la “banca ética” o cajas de ahorro que son propiedad de los propios clientes? ¿Seremos capaces de movilizarnos para exigir una banca pública que se dedique a facilitar la vida a la gente y no a hacer negocios con dinero ajeno?
Detrás de todo ello está la lucha de poder, que llega también a ser la fuente de origen de la corrupción tan escandalosa que sufrimos, otra gran lacra de nuestra sociedad y que no deja de ser una parte del sistema. Una parte, que por otro lado, es necesaria para controlar que no haya vías de escape.
En un país como el nuestro que vive de la picaresca desde hace siglos, ya bien reflejado en la literatura de Cervantes, Lope de Vega y otros ilustres, la corrupción y el clientelismo están firmemente enraizados. Va a ser muy difícil conseguir un cambio sustancial, pero si no empezamos ya y de forma decidida, sin paños calientes, cada vez va a ser más difícil conseguirlo de forma pacífica.
Pero todo esto de la corrupción da para otro artículo