Sí, la verdad, soy idiota. Eso es lo que opinan muchos contertulios profesionales. Así que será verdad.
Sí, qué le voy a hacer, soy así de ingenuo, no tengo las cosas claras. Creo que antes de hablar de algo, hay que informarse un poco. Esperar un par de días antes de formarse un juicio, tratar de entender qué información es veraz y cuál intoxicación. Entender que la prensa está falta de medios económicos y humanos y mucho de lo que hacen es copiar, porque saben que entramos ansiosamente desde el móvil para ver la última noticia y el que la cuente antes gana más dinero. Por eso no tengo empacho en reconocer que hay muchas cosas que no comprendo y que no tengo ninguna varita mágica que resuelva problemas.
Sí, qué le voy a hacer, soy así de ingenuo, no creo que la gente de Eritrea sea muy diferente de mí en el fondo. No creo que en ningún sitio del mundo las personas nazcan con ganas de asesinar a nadie, ni los padres deseen que sus hijos mueran con un cinturón de explosivos. Pienso que la gente de Mumbay, de Sri Lanka o de Kuala Lumpur, quiere, como yo, ver atardecer mientras oyen jugar a sus hijos. Pienso que la gente de Palestina, de Libia o de Siria, quiere que sus hijos les sobrevivan, y que vivan felices y prósperos el máximo de tiempo posible. Creo que nadie desea que su hijo muera en una guerra o en un acto terrorista.
Sí, qué le voy a hacer, soy así de ingenuo, no soy islamófobo. Hace unos años participé en varios encuentros entre personas musulmanas y cristianas en Gijón. No recuerdo que aquellas personas que conocí o las que he conocido después por alguna circunstancia, deseen mi muerte ni la de mi familia. Vi a gente normal viviendo una vida normal. Como hay gente normal viviendo una vida normal en Marruecos, en Indonesia, en India o en Turquía, siendo musulmanes y aspirando únicamente a vivir en paz y felices.
Sí, qué le voy a hacer, me educaron diciendo que poner la otra mejilla era bueno. Por eso trato de tener empatía y entender qué pasa en los países que nuestros aviones bombardean. Y desde luego no creo que la política de Occidente desde 2001 haya sido poner la otra mejilla. Destruir países y que mueran cientos de miles de personas es más primitivo que la ley del talion. Desde 2001, la venganza de Occidente multiplica por 100 la muerte y la destrucción recibida.
Sí, qué le voy a hacer, soy así de ingenuo, no entiendo por qué no se bombardea Arabia Saudí. Si en Arabia Saudí hay un régimen terrorista que oprime a su propia gente, si ese régimen a día de hoy decapita, lapida, azota y crucifica, si se dedica a adoctrinar en el fanatismo más radical. ¿Por qué es amigo de nuestros gobernantes y le vendemos armas?
Recuerdo la guerra de Irak. Y la recuerdo porque soy un ingenuo, porque creí que la íbamos a parar. No me gusta manifestarme, no lo hago casi nunca, pero aquella vez lo hice. Veía tan claro que más allá de cuestiones morales era una estupidez que iba a traer muerte y destrucción durante años…nadie con un mínimo de información y un mínimo de inteligencia podía empezar aquella guerra o apoyarla. Por eso yo pensé que la íbamos a parar, que nos iban a escuchar. Por eso recuerdo aquel jueves de 2003 caminando pesadamente a la concentración de la plaza del Parchís de Gijón, lo recuerdo porque me preguntaba si era verdad que soy un idiota que no me entero de nada.
Pero resultó que yo tenía razón porque, efectivamente, el atentado de París es consecuencia directa de aquella guerra. Y por eso, no paro de acordarme de “los listos” (en masculino plural), que desde la televisión pública que pago yo con mis impuestos, nos llamaron terroristas a quienes pedíamos que no hubiera guerra.
Recuerdo el 11M. Y recuerdo la infamia de quienes aquella misma mañana empezaron a hacer uso electoral desde la radio pública. De quienes no esperaron a saber cuánta gente había muerto para construir una mentira con la que atacar a quienes nos somos como ellos. Recuerdo la intervención de Pilar Manjón en aquella espantosa comisión de investigación del Congreso, de cómo llorando les preguntaba a “Sus Señorías” de qué se reían.
Por eso, desde mi idiotez y mi ingenuidad, quiero decir a todos “los listos” que tienen todas las soluciones y toda la verdad, que hasta aquí hemos llegado. Que me declaro idiota en rebeldía. No me solidarizo con el Presidente Hollande, que está llevando a su país a una encrucijada sin salida solo porque las encuestas están en su contra. No me solidarizo con Sarkozy, que con los cadáveres a sus espaldas se dedicó a hacer campaña electoral. No me solidarizo con Marine Le Pen, propietaria de una empresa a la que llama partido político y que lleva viviendo del cuento desde que nació; una empresa que vende odio. No estoy en el mismo lado que quien dice que Gadaffi era dictador solo a ratos, o que quien ha hecho negocios con la criminal familia de Assad durante décadas.
Soy hermano de sirios y palestinos, hermano de malienses y sudaneses, hermano de uigures y kurdos. Y creo de verdad que esta guerra estúpida, que inició el peor presidente de la historia de los EE UU en 2001, llevará a la destrucción de nuestra sociedad. Por eso ¡no a la guerra!.