Artículo escrito por Alberto Durán, candidato a la alcaldía de Oviedo y coportavoz de EQUO Oviedo, para Oviedo Diario.
El ser humano argumenta su supuesta superioridad sobre el resto de los seres vivos de este planeta en el poder de la lengua hablada, aunque las palabras que se utilizan para desarrollarla, no suelen ir respaldadas por las acciones a las cuales se refiere su significado real. Y en el mundo de la política, como no podía ser menos, es lo que ocurre en el 99 % de los casos.
A lo largo de la vida política española se han utilizado con regularidad diversas palabras que, al no estar respaldadas por la acción correspondiente, se han vaciado de contenido: Constitución, Democracia, Sostenibilidad, etc.
El articulo 6 de la Constitución Española de 1978 dice así: “Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.”
Cuando un país se dota de una Ley de Leyes como se denomina a la Carta Magna, debe existir un Poder Judicial independiente, es decir, una división de poderes real, sin ninguna injerencia de los partidos políticos existentes, que vele por que se cumplan las premisas constitucionales. Y lo que está claro es que, los partidos políticos que llevan gobernando este país no cumplen con dicho precepto constitucional, ya que si verdaderamente hubiera un Poder Judicial real, dichos partidos mayoritarios, que no respetan a los que piensan diferente a ellos, debían estar ahora ilegalizados por corrupción generalizada.
Lo que está claro es que la clase política se encuentra totalmente ajena a la realidad, a las vivencias del día a día de la mayoría de las personas. Se ha perdido toda perspectiva del verdadero significado de lo que debe ser un político que recibe su dinero del trabajo diario de todos los demás: “Trabajar para que los habitantes del territorio vivan en libertad e igualdad, velando por su salud y felicidad”. Pero tristemente la realidad es bien diferente; los ciudadanos hemos dado demasiado poder a esta clase política y somos los verdaderos servidores de dicha clase. Un ejemplo muy significativo de todo esto es cuando un partido político gana unas elecciones y llega al poder; sus celebraciones y cánticos celebrando el triunfo como si hubieran ganado algo, como si hubieran llegado al fin ansiado, cuando realmente ese es el principio para ponerse a trabajar al servicio del ciudadano.
Cada vez más gente está hastiada de la política y no quiere saber nada de ella pero, pensando pausadamente, parte de la culpa de esta situación es nuestra por haber dejado que dicha clase política adquiriera un poder que realmente no debe ostentar, una clase política que convirtió su actividad en una profesión y se fue alejando cada vez más de una sociedad pasiva que dejaba en sus manos el destino de sus vidas. El diccionario de la Real Academia de la Lengua define política, en su acepción número 9, de la siguiente manera: “Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo”; por tanto, queramos o no, todos de alguna manera hacemos política, y este es el verdadero sentido de dicha palabra. Por ello debemos entre todos conseguir que se desarrolle una verdadera “participación ciudadana”, que intervenga realmente en los asuntos que le atañen, y ahora es el momento, por lo menos antes de que esta clase política que nos gobierna la tome para sí y la vacíe de contenido.
En un proyecto político como EQUO, en el que no existen “políticos profesionales” y se pretende limitar el tiempo en dichos cargos políticos, se busca una Participación Ciudadana en las decisiones importantes, una Democracia Real, una Transparencia en la gestión política y económica, una Sostenibilidad Ambiental que directamente afecta a nuestra salud y una Economía basada en el bien común de las personas y no de los grandes capitales.