«Una de las consecuencias de esta crisis es que ha demostrado que todos somos vulnerables. Ninguno de nosotros estamos libres»
Así resume nuestro compañero Juan Carlos Lázaro, graduado en Trabajo Social y auxiliar de enfermería en el ERA, este artículo publicado por La Voz de Asturias.
TODOS SOMOS VULNERABLES: SERVICIOS SOCIALES PARA PARAR LA CRISIS SOCIAL
Todas las crisis, además de poner a prueba las estructuras de nuestro sistema, son una oportunidad para realizar cambios, que por su envergadura, se suelen aplazar en condiciones de normalidad. Todas invitan a reflexionar sobre nuestras formas de hacer y sobre los fundamentos en los que se basa nuestros sistemas e instituciones.
Los Servicios Sociales en nuestro país fueron creciendo desde principios de la democracia. Siempre con la intención de abandonar prácticas de caridad y beneficencia para convertirse en una de las patas fundamentales de nuestro sistema de bienestar, tratando de garantizar derechos frente a las prácticas asistencialistas previas. Pese a los avances alcanzados no hemos llegado al nivel de otros países europeos. La meta está en conseguir unos Servicios Sociales que sean de verdad Universales y alejarnos de modelos subsidiarios de otros sistemas de protección como última red de seguridad de estos.
Este estado de emergencia ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de gran parte de la población. La inestabilidad y precariedad laboral ha enviado a un número ingente de personas al paro y la crisis económica que seguirá a la sanitaria enviará a muchos más.
Nuestro sistema de servicios sociales, ya al límite de su capacidad en situaciones de normalidad, se verá totalmente desbordado por las demandas de personar que hasta ahora se encontraban en situación de vulnerabilidad o que formaban parte de la economía sumergida y han perdido su fuente de recursos.
Las políticas de rentas mínimas deben de abordar con recursos y presupuestos suficientes este panorama, pero también con una orientación hacia un modelo de renta básica universal para todos, acompañado de políticas de inserción. Los retos que nos esperan no podrán abordarse con parches temporales que se planteen con ayudas con fecha de caducidad. Las instituciones más cercanas al ciudadano, Ayuntamientos y Autonomías, deben de tener un papel protagonista en ello, y por ese motivo es imprescindible reforzar estos servicios con recursos materiales y humanos.
No solo deben garantizar la supervivencia material sino que además deben seguir trabajando en políticas de inclusión e inserción social para que la mayor parte de la población acceda a todos sus derechos de ciudadanía en condiciones de igualdad.
La precariedad laboral también afecta a los Servicios Sociales. Tanto para los profesionales de la Administración como a los de los del tercer sector y a los privados. Cuando se conciben los servicios sociales desde concepciones mercantilista, suele traducirse en sobrecarga laboral y en una mentalidad que evalúa en términos de costes-beneficios.
Una de las consecuencias de esta crisis es que ha demostrado que todos somos vulnerables. Ninguno de nosotros estamos libres.
Esto ha sido especialmente sangrante en el sector de las residencias de mayores. Se necesita una profunda reflexión sobre el modelo de gestión, sobre control que se ejerce sobre las concertadas y, en el caso de Asturias, sobre el Organismo autónomo ERA.
Pero esto será imposible si desde la sociedad no se produce un cambio de mentalidad que dote a la ciudadanía de la comprensión hacia los gobernantes que realicen estos cambios. Que implementen recursos para ello, y que comprendan que los servicios sociales son para todos y no solo para excluidos y marginados, sino para todas las personas que se encuentren en una situación difícil. Una de las consecuencias de esta crisis es que ha demostrado que todos somos vulnerables. Ninguno de nosotros estamos libres.
El modelo económico actual produce precariedad, vulnerabilidad y exclusión. Por eso es necesario avanzar hacia modelos sostenibles tanto socialmente, como ecológicamente Estos fenómenos de precariedad afectan en mayor medida a las mujeres y será importante que todos los cambios que se propongan se evalúen también con perspectiva de género. El mapa de la precariedad es un mapa feminizado.
Necesitamos unos sistemas de protección ágiles y que den respuesta a las necesidades múltiples y cambiantes. La falta de inversión en ciencia ha sido un lastre en esta crisis sanitaria. La falta de inversión en investigación social también puede que cause el mismo efecto en la efectividad de las políticas que se emprendan. La evaluación de estas debe de contar con los datos y estudios necesarios para introducir las modificaciones necesarias que impidan su ineficiencia. Pero tampoco debemos olvidar que es imprescindible y necesaria participación, como derecho, de los propios individuos y colectivos de afectados por estas políticas.
Los Gobiernos del Estado y del Principado deben escuchar y considerar las orientaciones de los profesionales, así como de las organizaciones y colectivos de afectados. Hay que Reforzar el Sistema Público de Servicios Sociales para parar la crisis social.