¿Va usted a dejar, otra vez, que en un espacio público se permita maltratar a un ser vivo?.
Abro los periódicos de mi ciudad y me encuentro con el titular de que la alcaldesa de Gijón muestra su total colaboración con la miniferia taurina de El Bibio.
El martes día 20 de abril, en el Congreso de los diputados, se volvía a poner en marcha, pues ya en el 2017 hubo un primer intento que no llego a nada, una reforma del Código Civil para dejar de considerar a los animales como cosas. ¡Sí! todavía estamos así. Desde Descartes los animales se les viene considerando cosas, vaya, una piedra, un palo, una mesa o un teléfono. Parece ser que no tienen vida, que no sienten, que no sufren, sonríen o lloran. Que no tienen crías, que no las cuidan, que no sufren si se las quitan, etc.
Las diferentes organizaciones animalistas que buscan el bienestar animal llevan años, muchos años, luchando por conseguir erradicar de nuestro pais todo tipo de maltrato animal.
Se consiguió que los circos no utilizaran animales para sus espectáculos. Se consiguió parar el divertimento de tirar una cabra desde un campanario o el de pelearse por un pato hasta que uno de los contrincantes se quedaba con la cabeza y otro con el cuerpo. Se consiguió que por ejemplo, el toro de la Vega, o los toros con los cuernos ardiendo se prohibieran. Todas esas aberraciones eran consideradas cultura, sí sí cultura; fueron los y las animalistas los que con paciencia y tesón consiguieron pararlos y cambiar algunas leyes para erradicar esos “festejos”.
Tenemos muy reciente, en nuestra retina, los casos de los barcos de la muerte, cientos de animales vivos encerrados en un barco sin capacidad de movimiento ni de huida. Mandamos ganado a Arabia Saudi o Turquia para que los maten allí pero en este caso los animales fueron rechazados por diferentes motivos sanitarios y volvieron a España y ¿qué paso aquí? Pues que tuvimos que sacrificarlos a todos, ¡Demencial!.
O el reciente caso del laboratorio científico Vivotecnia donde se experimenta con animales. Legalmente eso está permitido en este país siempre y cuando no haya otros medios para llegar a el fin pretendido. Según la web de este laboratorio se respetaban los protocolos de bienestar animal, pero claro todo era mentira. Lo que vemos cuando abrimos los ojos al maltrato nos hace sentir vergüenza y repulsión. Ver como trataban a esas pobres criaturas indefensas fue muy duro. Otra vez el abuso de poder.
Otra vez se piensa que el ser humano es el centro del mundo, craso error, el mundo no tiene ningún centro, la vida es una red y todas y todos formamos parte de ella. Los animales no humanos, los microorganismos, las bacterias, los hongos, los árboles todos esos seres nos ayudan a seguir viviendo, sin ellos la vida no existiría. Los animales no están a nuestro servicio. Tienen su propia vida. Son sujetos de su vida.
Recientemente y cerca, pues ha sucedió aquí en Asturias, vimos las lamentables condiciones en que se encontraban unas vacas y sus criás. Desnutridas, sucias, atadas las crías con cadenas al cuello y encerradas con barras electrificadas. Eso si, esas vacas “daban” leche para ciertas empresas que luego nos vendían a nosotras. ¡Que vergüenza!. O tal vez le echen la culpa del deterioro de los animales al lobo, que parece que tiene la culpa de todo.
No quiero irme por las ramas. Podría estar mucho tiempo enumerando los diferentes sucesos de maltrato, abuso y falta de humanidad que demostramos una y otra vez hacia los demás animales.
Los hemos utilizado, vilipendiado, maltratado y cuando ya no eran servibles, para nosotros claro, los hemos matado.
La falta de ética nos convierte, convierte a la humanidad en unos seres execrables.
Doña Ana, señora alcaldesa, usted lo vende como si prestara ayuda a un empresario pero no es así, usted señora alcaldesa esta prestando su apoyo al maltrato animal. A sentarse en un espacio para disfrutar, reírse, aplaudir o gritar a un animal que no sabe que hace ahí. Que le van a maltratar pinchándole, atacándole, clavándole una espada hasta su muerte mientras los otros animales, los humanos, se regodean en ese macabro espectáculo.
Tengo por seguro que usted es una mujer feminista pues así se define, pero no tengo tan claro que el feminismo permita la opresión, el abuso de poder hacia un ser indefenso.
Si yo no quiero que me opriman yo, desde luego, no consentiré ninguna opresión hacia ningún ser vivo, y los animales lo son.
No es tanto pensar si esa acción es incorrecta si no por qué.
Le pediría que piense detenidamente y no tenga miedo a no apoyar ese deleznable maltrato. Hay muchos empresarios a los que ayudar, señora alcaldesa.
Olga Muñiz Rimada es la coportavoza de Verdes Equo Xixón