Una de mis películas favoritas es “El candidato” con Robert Redford. Una película de 1972 que cuenta cómo el aparato del partido demócrata convence a un joven que está alejado del ruido político para ser candidato. Se lo toma como un juego, porque le dicen que no tiene ninguna posibilidad de ganar y esa relajación de saberse perdedor es la que le confiere la seguridad suficiente para ganar.
Podría decir que esa película es la razón por la que estoy en EQUO, pero no es cierto, hace años que soy consciente que no me parezco en exceso a Robert Redford, como mucho podría ser su asesor en la película, el actor Peter Boyle. En lo único en lo que nos parecemos Redford y yo, y la mayoría de la gente de este país, es en sentirse desconcertado y asqueado por la mala política. En estos días, con las revelaciones sobre Miguel Roca, o la detención de Rodrigo Rato, se hace más patente la necesidad de que la ciudadanía se implique en la política. Ya no sabemos hasta dónde puede llegar nuestra capacidad de asombro.
Ante este panorama, se podría pensar que toda aquella persona que esté igualmente escandalizada, debería estar en una única candidatura para cambiar este estado de cosas. Sin embargo, esto no es así. En Asturias, EQUO se presenta en solitario. Para quien no siga el día a día político, puede resultar difícil de entender qué ha pasado y cómo hemos llegado hasta aquí. Trataré de explicarlo.
Hubo quién dijo, que ante la situación de emergencia social que vivimos, era necesario tomar el cielo por asalto. El problema es que esa frase parte de una forma de ver la vida propia de los años 50 del siglo pasado. El cielo se construye y lo debe construir cada persona con su trabajo diario, no se trata de hacer un esfuerzo para llegar a un lugar idílico que alguien ajeno construyó. Se trata de cambiar nuestros hábitos para construir ese mundo mejor a nuestro alrededor.
Para explicarlo mejor, fijémonos en mi libro preferido de teología, El señor de los anillos. El objetivo de la comunidad del anillo no es apropiarse del anillo, sino destruirlo. Quien quiera que posea el anillo, es decir el poder, será destruido por el anillo. La única solución es acabar con el anillo, es decir, no cambiar el bipartidismo actual por otro nuevo, si no cambiar realmente el sistema y la sociedad.
Otra cosa muy interesante del Señor de los Anillos es que la comunidad del anillo que comienza la aventura está formada por un grupo heterogéneo y diverso que no busca ser un todo homogéneo, sino que su fuerza reside precisamente en su diversidad. No todos los del grupo se caen bien, ni tienen los mismos intereses, pero aprenden a trabajar en equipo. Eso no evita que pueda haber quien traicione el interés general, porque tiene el anillo demasiado cerca y su deseo de poseerlo le hace olvidar la ética. También llega un momento en que cada uno se va por su lado, pero siguen trabajando desde diferentes situaciones por el objetivo común. Y lo consiguen.
Volviendo a la película de Redford, la despreocupación del candidato combinada con la mercadotecnia adecuada hace que obtenga la victoria. En la magnífica escena final, Redford coge a Boyle, lo lleva a una habitación lejos del bullicio y agarrándolo por la pechera, le grita “Y ahora ¿qué?”. Había centrado todo su esfuerzo en ganar, pero no sabía qué hacer con la victoria.
Por todo eso, he decidido dar un paso al frente y hacer lo que hace muy pocos meses dije públicamente que no haría. Dar la cara en una candidatura por la ecología política. No se puede confluir a cualquier precio, ni hipotecar el futuro por un no menos hipotético corto plazo. No se trata de obtener el poder, sino de distribuir el poder. No se trata tampoco de ser puros y quedarnos en nuestra cueva lamentando cínicamente la situación. Hay que salir a la intemperie, mojarse, equivocarse, mancharse y trabajar. El cambio vendrá si conseguimos que nuestras ideas se oigan, que nuestras propuestas lleguen al imaginario colectivo. No quiero imponer mis ideas a nadie, no quiero vencer, quiero convencer.
Cuando EQUO llegue a la Junta General no vamos a decir “¿ahora qué?”. Tenemos ideas y programa, sabemos qué queremos hacer, pero sobre todo, creo que sabemos escuchar y dialogar porque somos conscientes de la potencia de la inteligencia colectiva y el trabajo colaborativo.
En definitiva, me presento a las elecciones del 24 de mayo, porque creo que es necesaria la utopía y que la única forma de alcanzarla es trabajando día a día. Al fin y al cabo Redford ganó las elecciones y el Hobbit destruyó el anillo. Así que no te preguntes “¿ahora qué?”, simplemente, abre la puerta de tu casa, sal a la calle y ayúdanos a destruir Mordor.