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LA IDENTIDAD DE ASTURIAS DESDE UNA CONCEPCIÓN ECOPACIFISTA
Puedes ver la versión d’esti artículu n’asturianu equí.
“La nación es una comunidad política imaginada (…) Nadie mejor que la nación para sustituir a la religión en la formación de una escatología “laica”. Al fin y al cabo, ambas son “antiguas”, pues pretenden perderse en un pasado inmemorial; “continuas”, pues se proyectan en un futuro ilimitado, terrenal o celeste; y ambas tienen una gran capacidad para convertir lo contingente en necesario, utilizando argumentos del tipo: “Es accidental y temporal que sea francés pero Francia es necesaria y eterna”.
(“Comunidades Imaginadas” Benedict Anderson, 1983)
Hay palabras que a los verdes nos producen un rechazo visceral. Así, conceptos como estado, patria, bandera y nación, los asociamos de inmediato con colonialismo, ejércitos, fronteras y xenofobia.
Fruto, sin duda, de nuestro origen libertario y de una concepción universalista y solidaria, nos repugnan los resultados sociales obtenidos por sentimientos de «unidad» e «identidad» como oposición a lo «diferente», a la diversidad que multiplica los dioses, las lenguas, los colores y las formas de vida. Quien siente amenazada la integridad de sus rasgos culturales (religión, lengua y tradiciones forman parte inseparable de las culturas), sin ser capaz de interesarse y de amar al mismo tiempo las «otras culturas», es terreno propicio para la intolerancia y el fanatismo.
Nuestro concepto de la TIERRA como un todo indivisible e interrelacionado nos hace sentir como propias las heridas del planeta y de sus habitantes, sean estos personas, animales o vegetales y aunque tengan lugar a muchos miles de kilómetros de nuestro lugar de residencia.
¿Nacionalismo o universalismo?
Así, muchos verdes creemos que el nacionalismo es un concepto que el universalismo convierte en reaccionario. Mientras lo universal abarca lo local y solo tiene sentido desde la diversidad, ya que el mundo es esencialmente diverso, lo local parte de la uniformidad y, para que tenga razón de ser se convierte en «específico», en «igual» frente a lo «diferente»: hablar igual, ser del mismo color, creer en lo mismo…
La idea «nacional» o «nacionalista» se maneja en la esfera de lo social – más concretamente de lo político-social – y, sin embargo, no se sustenta en lo ideológico-abstracto ni en lo racional, sino en sentimientos humanos tales como el afecto y el deseo de seguridad frente a lo desconocido. Ello motiva comportamientos políticos tremendamente emocionales y con una alta dosis de irracionalidad.
La territorialidad y el apego a lo más próximo es una característica humana compartida por la mayoría de los animales mal llamados“superiores”. Amas lo que conoces, lo que te rodea, la familia y amigos, los paisajes que ves cada día. También lo que puedes entender más fácilmente, lo que te enseñaron tus padres y abuelos y, por supuesto, lo conseguido con el propio esfuerzo.
Sientes más tuyo lo más cercano y, por eso, nos apropiamos afectivamente de las personas, animales, paisajes y cosas que nos rodean, así como ensalzamos nuestras costumbres y hábitos llevándolos a la categoría de «forma de vida» y convirtiéndolos en cultura y tradición popular.
Pero, ¿se puede hacer de un sentimiento nacido de lo personal un pensamiento político que trata de servir a lo colectivo? Tal vez si entendemos por «colectivo» lo restringido (o incluso lo «tribal») la respuesta pueda ser afirmativa pero nunca si asimilamos lo «colectivo» a lo «universal», si consideramos la TIERRA como un todo y al género humano en su conjunto.
¿Qué es «ser asturiano»?
Tal concepto, en mi opinión, no existe, ya que no hay nada que te haga «ser» asturiano. Ni el haber nacido en Asturias (una persona nacida en Asturias y que haya vivido toda su vida en otro lugar puede ser «legalmente» asturiano pero no tiene porqué sentirse para nada ligado a Asturias o a lo asturiano), ni ser hijo o nieto de asturianos, ni residir en Asturias, caracterizan a nadie lo suficiente para que se sienta asturiano. «Ser asturiano» es tratar de hacer objetivo un hecho que existe únicamente en lo subjetivo: el sentimiento de “ser asturiano”.
Asturianos nos sentimos quienes amamos la cultura asturiana, quienes nos identificamos con una «forma de vida» más o menos encuadrable dentro de unas determinadas tradiciones y resultado de la influencia de unos características geográficas determinadas (en la vivienda, vestido, calzado, alimentación…) y de unos condicionantes sociales, históricos y económicos (en la religión, forma de gobierno, trabajo…).
Quienes sentimos Asturias y lo asturiano como parte de nosotros mismos no es, evidentemente, por casualidad, como tampoco lo es por imposición ni por herencia genética.
Nacimiento, residencia, origen familiar, convivencia cultural, todos estos factores y muchos otros influyen en que hayamos podido llegar a conocer y a «integrarnos» en una determinada cultura. O, perfectamente posible también, a sentirnos y «formar parte» de varias culturas a la vez. El sentirse, por ejemplo, asturiano y castellano a la vez, ¿es acaso una herejía o un simple quebrantamiento de una ortodoxia?.
Por todo lo anterior, no pienso que los verdes debamos hablar de nacionalismo si no, y es mucho más importante, de cultura.
Enrique Pañeda dice
Leyendo a Eduardo, no se por qué, me ha venido a la mente el maravilloso vídeo de Carl Sagan que no me canso de ver (son tres minutos…): «Ese pequeño punto azul pálido»:https://www.youtube.com/watch?v=4tKgpMAXYMQ